

No sé si con el título de esta entrada he conseguido ser textualmente fiel a las palabras de la protagonista de El patio de mi cárcel cuando fue consciente de que no sabía vivir en el exterior de su prisión. Y que creo que representa también a los dos narcos que desean regresar a la cárcel.
Creía que sería una película española plana, no esperaba gran cosa. Igual por eso, me sorprendió, no tenía grandes expectativas. A la salida del cine, sentí que los personajes me habían resultado demasiado cercanos, qué putada. Muchas personas que vivían o vivieron esa misma situación, que salen de permiso y no tienen adonde ir, por ejemplo. Y siempre he creído que las cárceles están llenas de desdichados y desdichadas, con sus vidas rotas, que muchas veces no merecen estar encerradas por delitos menores. Su mayor pena probablemente es la falta de oportunidades, sobre todo económicas, la drogodependencia, y esa especie de sino que a veces nos ata y del que es difícil escapar; pero nada es imposible, por algo las decisiones pertenecen a las personas, esta perspectiva no la hay que perder nunca. Pero es cierto que hay ambientes, dependiendo de donde te hayas criado, que hacen que la balanza se incline a un lado o hacia otro.
Algunos de las antiheroínas de la prisión, desgarradoras. No obstante, la realidad supera a la ficción, como me demostraba la noticia del periódico.
No me quiero repetir, así que os invito a visitar los blogs de unos compañeros que han escrito sobre la película, teclead: http://entiemposdedavidelfantastico.blogspot.com/ y http://rossanova.blogspot.com/
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