miércoles, 26 de agosto de 2009

Un ejemplo muy queer

[La Teoría Queer es una hipótesis sobre el género que afirma que la orientación sexual y la identidad sexual o de género de las personas son el resultado de una construcción social y que, por lo tanto, no existen papeles sexuales esenciales o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales. (http://www.wikipedia.org/)].


Estos días me han tocado bastante el pie (la moral) los medios de comunicación y las frases de algunas personas hablando del caso Semenya.
De estas cosas de la vida, que me suceden muy de vez en cuando, que tuve un par de veces el MARCA (prometo que no es lo que parece) entre mis manos, además de leer alguna noticia sobre lo mismo en medios más generalistas. Los adjetivos que definen las crónicas sobre el triunfo de esta deportista son: ofensivas, patéticas, de una idiotez y cavernicolismo extremo. No hay nada como ser mujer, negra, atleta (por lo tanto con musculatura muy desarrollada), con rasgos faciales duros, que encima gana una medalla de oro, para que te llamen marimacho, hermafrodita o yo qué sé. Estaría bien que la gente que lee las noticias lo haga diccionario en mano, porque tanto término sexual de dudoso significado, puede llevar a equívocos por la confusión en el uso de los conceptos. Y el desencadenante de la cuestión es que ha ganado una medalla de oro una CHICA con un aspecto masculino. Ya sabéis, si no eres rubia, blanca, con una melenita cuidada, con una sonrisita estúpida y con pendientes, ¡ya está! Eres sospechosa de ser un chico.
A mi que me gusta subirme en todos lados, que ya se lo decía mi maestra a mi madre, que yo era un perico, calificativo que me traía grandes regañinas en casa porque las niñas no podíamos hacer lo mismo que los niños, y claro, que así llevaba la ropa, siempre hecha un desastre… ¡buf! Soy una superviviente a los embates del género, jejeje; para qué negarlo, que soy un pelín macarrilla y tengo mala leche, es decir, soy masculina en algunas de mis actitudes. ¿Merezco una prueba de sexualidad o de género? (Porque encima, los periodistas se expresan mal cuando se trata de estas cuestiones). Tal vez baste con bajarme los pantalones cada vez que alguien lo dude por el motivo que sea (en referencia a la anécdota que cuentan en todos los periódicos sobre Caster Semenya).
La sudafricana, campeona del mundo de atletismo en la modalidad de 800 metros, merece el mismo respeto que otros campeones por parte de todos los medios. Hágamos un repaso de “lo que no se debe hacer”:

- El Mundo publicó “¿Ganó ella o él?” “Pendiente de un control para determinar su verdadero sexo”. Y comenzaba la noticia: “A la chica, o lo que sea, hay algo que le motiva más que el atletismo…”
- El periodista de El País comentaba cómo “la adolescente surafricana que parece un chico y corre como un hombre con toda la barba[…]”.
- ABC fue menos incisivo, pero ponía la nota central en su titular: “Semenya redobla las sospechas con una abusiva victoria en 800″.
- Por supuesto, La Razón dando por culo, que es lo único que saber hacer : “Semenya, un oro muy sospechoso”, titulaba.

Total, que Semenya está pendiente de los análisis por parte de la Federación Internacional de Atletismo, que han llamado “control de feminidad” y, hasta entonces, su oro queda en entredicho. Hoy mismo leía que que los análisis previos al Mundial de Berlín, Semenya tenía una tasa superior de testosterona a “lo normal” en las mujeres, ¿Y? ¿Qué pasa? ¿Nadie ha oído hablar de las disfunciones hormonales? O a lo mejor ni siquiera es disfunción, sino que simplemente eso: tiene una tasa superior y punto. ¿Por qué sacarlo de quicio cuando ella reafirma una y otra vez su identidad de género como MUJER?
En cualquier caso, todos estos calificativos ofensivos, se gestaron mucho antes de conocer los resultados de este famoso test de sexualidad, al que más de uno merecería someterse.
Otro caso más, esta vez en el deporte, que da más importancia a lo que tenemos en la entrepierna y a lo que dictan nuestras hormonas que a cualquier otra cosa. La categorización en función del sexo continúa siendo vital como medida de control, no vaya a ser que se nos escape alguien de esta jaula con reglas sociales/sexuales restrictivas establecidas, que no sé por qué siempre les da muuuuuuuuuuucho miedo.
Perdón si no he sido suficientemente femenina…

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