La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos, y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.
Eduardo Galeano
Eduardo Galeano publicó en 1998 el libro Patas arriba, la escuela del mundo al revés, creo que fue el primer libro suyo que leí. ¡Qué suerte que aún nos quede Galeano! Este título iba asociado para mi a aquel libro de la infancia que me había costado entender al principio, el de Mercedes e Inés o el mundo dando vueltas al revés (Consuelo Armijo, Ed. Noguer. 1987), donde la protagonista, Mercedes, y una niña llamada Inés disfrutaban los sucesos humorísticos más absurdos y surrealistas posibles en un mundo que giraba justo al revés de como lo entendemos. Y me gustaba pensar que las cosas podían ser totalmente diferentes a como se nos mostraban, soñar e imaginar es lo que salva a los seres humanos de la desesperanza. Y para momentos históricos angustiosos, inciertos y perplejos, similares al actual, aunque seguro que siempre pueden ser peores, en los que no se nos permite la conquista de otros ámbitos, es vital imaginar y soñar. Costumbre que no he abandonado, pero que no siempre recuerdo desarrollar.
Galeano argumentó la elección del título de su libro con la atmósfera creada por Charles Lutwidge Dodgson, más conocido con el seudónimo de Lewis Carrol en Alicia en el País de las Maravillas. Y es que siempre me han privado aquellos libros y películas que eran capaces de recrear mundos imaginarios donde las cosas no son lo que parecen y donde puedes evadirte de la cruda realidad gracias a una llave narrativa que te cuela por una pintoresca rendija secreta que sólo está en tu mente. Así es en la Tierra Media de El Señor de los Anillos, en el mundo fantástico de La Historia Interminable, en el planeta Pandora del mundo Avatar, o el universo medieval de Olvidado Rey Gudú, en este caso, obra de una autora española, Ana María Matute.
Son muchos los ejemplos y los que aparecerán recreando mundos nuevos e imposibles, de los cuales ni intuimos su existencia, como los juguetes que toman vida propia cuando no estamos (Toy story) o los seres denominados Los diminutos que habitan nuestras casas sin que nosotros seamos conscientes.
He leído hace pocos días una noticia sobre la llegada de un mensaje en una botella tirada al mar hace más de treinta años. ¿No es realmente sorprendente? Y, sin embargo, a pesar de lo imprevisible del desenlace de esta historia aún desconocemos qué es lo que decía el mensaje escrito... ¡mejor! No me gusta que nos lo den todo mascado, nos consientan un rincón para imaginarlo.
Esta noticia parecía el guión de una de esas películas que nos hacen viajar en el tiempo o a mundos alternativos al estilo Stardust, Regreso al futuro o la posibilidad de acompañar a la mismísima Mary Poppins a dar un paseo por el parque para hacernos amigos de un tal E.T. que está obsesionado con llamar por teléfono a su casa. Hay que reconocer que Steven Spielberg también ha sido un gran cocinero de aventuras y pensaba que no podía haber un director como él ni las historias jamás serían mejor contadas. Bueno, por suerte, me equivoqué, jeje. Por no hablar de aventuras mucho más recientes y sofisticadas como la trilogía de Piratas del Caribe o volver a las clásicas atravesando el camino de baldosas amarillas para conocer al Mago de Oz.
Estimular la imaginación creo que es imprescindible. No defiendo que se deba vivir en una realidad paralela, pero fantasear te hace recrear e idear cosas que tal vez puedas hacer realidad si antes las has tejido en sueños. Y creo que esto es necesario en cualquier esfera, desde lo micro, como imaginar un viaje con la pareja o con tus amigos, vislumbrar un lugar distinto donde construir un hogar... hasta cuestiones macro sobre vueltas al mundo, para ponerlo patas arriba, eliminar con un soplo potente aquellos valores dignos de destierro para disfrutar en otro mundo de amigos asombrosos y aventuras inverosímiles… inverosímiles sólo para los demás.
3 comentarios:
Me ha encantado esta entrada...y quería decírtelo aquí, ya me había gustado mucho sin poder leer el final, así que ahora aún mejor. Me gusta mucho como escribe Galeano, y sobre todo, me encanta que la imaginación sustituya la demasiadas veces gris realidad, y soñar con mundos imposibles y ayudarnos a intentar conquistar una vida más plena. Si te gustasn los libros de fantasía, te recomiendo la saga "Canción de hielo y fuego" a mi me encanta...aunque aún no ha terminado y me tiene nervosio a ver si saca el siguiente libro.
Que sigamos imaginando, un saludo ;), y una magnífica entrada, de veras. Ha merecido la pena la espera para poder leerla entera.
¡Buenas Explorador!
La recomendación del libro es bienvenida, no lo conozco, buena oportunidad para explorar ;) y quién sabe qué nuevo mundo habrá al otro lado de sus páginas, ¡genial!
Muchas gracias por tu comentario, los empujoncitos de ánimo siempre viene bien ;)
Hola Silencio. Sí, el mundo está desencantado: gracias por recordarnos la necesidad de magia, a Ana María Matute... Sobre la imaginación creadora hay fascinantes estudios de filósofos fenomenológicos, que son un maravilloso caldo de cultivo para quienes crean que el Arte es acción. Y acerca de la necesidad de Utopía qué razón llevas, como diría Ernesto Sábato en su novela Antes del Fin "Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido." Un fuerte abrazo. Y enhorabuena de nuevo por tu espacio.
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