lunes, 3 de marzo de 2008

PELÍCULAS

Hace unas semanas ví en la filmoteca una película brasileña titulada Conceiçào, autor bom è autor morto. No me pareció nada del otro mundo, pero reconozco que la idea de la trama era original. Se trataba de un grupo de amigos que, en torno a unas cervezas, comentaban qué guión se inventarían para una película. Mientras ideaban en voz alta, compartiendo, los personajes imaginarios llegaban a tomar vida, tanta que hasta daban su opinión sobre la historia que protagonizaban. Se daban situaciones estrambóticas, tiernas, surrealistas… Algunas que incluso tú mismo/a seguro que has recreado. En concreto, me pasó con una de las escenas: una mujer le cortaba el pene a un hombre y luego lo metía en la trituradora. Cuando este hombre herido acudió al médico para que le injertaran el miembro, el sanitario le contesta que lo único que podía hacer con los restos eran albóndigas. Me encantó, grandiosa, aunque creo que a más de uno de los espectadores de la sala le molestaron mis sonoras carcajadas.
¿Qué historia te inventarías tú para una película o un corto? De esta pregunta partían todas las secuencias, un interrogante que explícitamente invita a pensar e imaginar, una acción que tan sana me parece.
Posteriormente, después de una larga tarde de reuniones, una noche me dispuse a ver Un lugar en el mundo de Adolfo Aristarain. Un DVD que me habían prestado ya hacía tiempo pero no había encontrado el hueco para disfrutarla. Bueno, en el fondo me aburrió un poco tanta dispersión en la historia pero el guión tiene partes bien bonitas, frases de esas que te marcan y te hacen reflexionar. Hay un momento en que el personaje de Federico Luppi le dice a su hijo que uno sabe cuál es su lugar cuando no te quieres ir. Cuánto tiempo buscando respuesta a esa pregunta y, de repente, me topo con ella. No sé si es una respuesta acertada o no, pero tranquiliza, como si me la hubiera dicho a mi, como personaje de esta película que me ha tocado vivir.
Por suerte, este personaje mío se ha encontrado con otros a lo largo de la novela que le hacen recordar los motivos que le mantienen aquí, en su sitio, y eso debe significar algo. Buscar el sentido a la vida, a esta película de gran ficción, a los proyectos individuales y conjuntos (con más personajes), encontrar respuestas, invitaciones a continuar hacia adelante, a viajar, la mayoría de las veces simplemente está ahí. Y un día te das cuenta por la más estúpida de las formas. Recuerdo las palabras que una vez escribió el fantástico: “No hay muros infranqueables y las respuestas están más cerca de lo que uno imagina”. Va a resultar que tenía razón.

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