martes, 4 de marzo de 2008

VOTAR O... VOTAR




Últimos días de la campaña electoral. Fin de los debates televisados y de la publicación de encuestas y sondeos varios (hasta el día 9 de Marzo, claro). Y sí, lo confieso, yo tampoco me perdí los debates entre Rajoy y Zapatero. Una pena que se consideren prácticamente unas elecciones bipartidistas, cuando hay otras fuerzas políticas que tienen cosas importantes que decir y puntualizar, especialmente a las propuestas del PSOE, porque al PP ya lo he descartado hace mucho tiempo. Y para ejemplo un botón: ni el propio Mariano Rajoy se cree su pretendida sensibilidad hacia los trabajadores de este país, como dijo ayer, le preocupan esas personas a las que les cuesta llegar a fin de mes; en la Comunidad de Madrid, el Partido Popular nos demuestra día a día que los trabajadores y trabajadoras les importamos menos que una tuerca en un desguace. El gobierno de Esperanza Aguirre mantiene un boicot a la Ley de Dependencia y a las ayudas al alquiler del Ministerio de Vivienda para los menores de 30 años, mediante la paralización de las aportaciones económicas que establece. Es verdad, la mayoría de las familias madrileñas realizamos auténticas hazañas para administrar nuestro sueldo en una de las zonas más caras del país. Y sabiendo esto, la Comunidad no ha gestionado ni una cuando en otras comunidades, como Asturias, mucho más humilde económicamente, ya se está cobrando. Tanto apoyo a la descentralización para luego sufrirla, en fin…
Volviendo al tema. Los medios de comunicación se excusan argumentando que ellos, Zapatero y Rajoy, representan a las fuerzas que más posibilidades tienen de alcanzar la presidencia. Cierto. Pero también habría que amplificar las posibilidades, en esta ocasión, agrandando la probabilidad de que la mayoría que consiga el PSOE sea parcial y se vean obligados a pactar con la verdadera izquierda. Siempre he pensado que para eso están los políticos, que su tarea principal, además de gestionar convenientemente, es negociar y saber alcanzar acuerdos conjuntos; y los que no lo consiguen nunca, ésos no valen, no tienen las habilidades que se precisa para ser un buen profesional de estado. De esta forma, si hubiera dos ó tres partidos en el gobierno, por ejemplo, además de las buenas actitudes y aptitudes que nos estarían demostrando por ser capaces de dialogar, ceder y exigir un compromiso mutuo, habría una representación más plural de la población, que es de lo que se trata. Pero parece que este tipo de pactos, en el gobierno estatal sobre todo, están mal vistos. Sólo hay que recordar el escepticismo que despertó la formación del gobierno tripartito en Cataluña, cuando creo que esa experiencia, aunque no haya sido un modelo de comportamiento, fue una práctica más que positiva y un ejemplo complejo de representación de la heterogeneidad dentro de un sola Comunidad Autónoma.
También pienso que para valorar diferentes opciones de gobierno, el pueblo necesita conocer qué tipo de fuerzas son las que pueden optar a ese pacto y profundizar un poco sobre las políticas conjuntas que estarían dispuestos a desarrollar. Mi opción más realista (porque soñar es gratis, de momento) sería un pacto de gobierno entre PSOE e IU, porque a la vista está que no todos los políticos son iguales. Y si no estás convencido/a de ello, puedes leer algo de Norberto Bobbio y tendrás más pruebas de que la derecha seguirá creyendo que la desigualdad es un fenómeno natural y la izquierda siempre intentará combatirla. Y también, por qué no decirlo, optar por esa coalición para cuidarnos de las perversiones de la socialdemocracia. En un artículo de principios de año, titulado “Diez Consejos para los Militantes de Izquierda en el 2008” de Frey Betto me pareció francamente aguda e irónica esta lección: “Cuidado: usted puede estar contaminado por el virus social-demócrata, cuyos principales síntomas son usar métodos de derecha para obtener conquistas de izquierda y, en caso de conflicto, desagradar a los pequeños para no quedar mal con los grandes.”

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