lunes, 28 de abril de 2008

MALA LECHE

Me ocurre últimamente. Llevo dándole vueltas a una noticia que saltó la semana pasada, por la cual estoy altamente indignada, a unos niveles de máximo exponente: la tamaña decisión de “la innombrable” (la Espe, que por desgracia sufrimos como presidenta de la Comunidad de Madrid, será a partir de este momento, para siempre, la innombrable). Se le ocurrió la colosal idea de firmar un convenio en enero con Rouco Varela para garantizar la asistencia religiosa en los hospitales; pero esto no termina aquí, sino que las sotanas formarán parte de un comité de ética que les permite tomar decisiones sobre los cuidados paliativos de los enfermos terminales, por ejemplo.
“Comités que se encargan de decisiones tan trascendentales como dar o no sedación terminal a un enfermo, practicar un aborto a una mujer denunciada que no denunció o decidir si se reanima o no a un bebé con malformaciones en la unidad de neonatología.
Así que los capellanes, además de visitar a los enfermos y oficiar misa intervendrán en cuestiones morales que afectan a los pacientes.”
Noticia extraída de www.cadenaser.com
¿Cómo se os queda el cuerpo? Es que ya no tengo ni fuerza para enfadarme ni vocabulario suficiente (políticamente correcto) para adjetivar este suceso.
Y después de leer el tremendo notición sobrellevé un clásico, la espera del metro. No fue una avería, es que no cabía ni un suspiro más en ninguno de los tres trenes que obligatoriamente dejé pasar. Al cabo de quince minutos, pude entrar discretamente, casi a presión, en uno de los vagones junto con el resto de curritos que volvían del trabajo.
Cuando me bajé en mi parada, con un cabreo supino, me inicié en el arte de reclamar en la taquilla. Cuando la chica, muy dispuesta, me preguntó cuál era el motivo de la reclamación, la informé de mi hartura por el hacinamiento diario de los vagones, mi queja por la falta de previsión, esto es un problema que se origina todos los días. Ella, con una sonrisa, me responde:
“Es que esto es Madrid”.
“¡Ah, sí? ¿Y eso es excusa para no buscar soluciones?”
Ya sé que en Madrid hay millones de habitantes, que la mayoría de la población sufre un nivel de estrés de infarto y hasta entiendo que de vez en cuando se averíen los transportes, pero tanta comprensión me quema por dentro cuando no recibo la misma por parte de la Comunidad de Madrid.
Metro de Madrid vuela, sí, hacia la privatización.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comparto tu malestar, y de hecho, valoro tu actuación. En mi caso me da por pensar cuando el metro va tan enlatado, que "símplemente las cosas son así" pero soy muy consciente, que esa actitud es propia de una persona sumisa o agotada que no cree en la diferencia.
Ole tus ovarios!por ser impulsora del cambio.