jueves, 23 de octubre de 2008

No es el fin de las utopías

En un día como el de hoy, encontré una de las cosas que necesitaba: leer un escrito o escuchar palabras como las que me ha brindado la página de Rebelión. Es un artículo de opinión titulado “No es el fin de las utopías”, que pronunció François Houtart en su discurso en la Universidad de La Habana tras recibir el premio Doctorado Honoris Causa este pasado 30 de Septiembre. Tan sólo os hago llegar unos párrafos, los últimos que escribió para finalizar, pero si la queréis leer completa, pinchad http://www3.rebelion.org/noticia.php?id=74785
A veces se precisan las palabras como el agua de beber, en todos los sentidos; imprescindibles para la lucha política, para la salud personal, para que nos quieran, para tener fuerzas, para querer, para recordar los motivos... Ver una luz. Hoy más que otros días.

“Sin embargo, asumir las incertidumbres no significa la ausencia de parámetros. A la base de todo se inscribe la continuidad de la vida en todas sus dimensiones, física, biológica y cultural, personal y colectiva. Frente a la crisis de civilización, este parámetro se traduce en cuatro orientaciones de base. Primero, una relación de respeto de la naturaleza frente a una catástrofe ecológica que nos prepara su explotación como puro instrumento de lucro y que conduce a la desaparición de muchas especies vivas y a la muerte de millones de seres humanos. La madre Tierra, fuente de vida, fruto de una obra creativa, cualquier sea su representación, no puede ser solamente un recurso, porque los seres humanos viven en simbiosis con ella.
Un segundo aspecto es una economía que responda a las necesidades de todos los seres humanos, en un mundo donde más de 800 millones de personas sufren de hambre o de malnutrición. Significa pasar de una economía que privilegia el valor de cambio a la valorización del valor de uso, lo que contradice la lógica del capitalismo. En tercer lugar, la traducción práctica del parámetro central de la continuidad de la vida exige una democracia generalizada de todas las relaciones humanas. Y finalmente se trata de asegurar la multiculturalidad, permitiendo a todas las tradiciones de pensamiento, todos los saberes, todas las religiones contribuir a esta tarea común. De verdad, estas últimas, de una manera u otra, aluden al sentido de la totalidad, es decir, la armonía entre el cosmos y el género humano y a la importancia de la subjetividad, lo que puede contribuir a la construcción concreta del parámetro.
Y de hecho responder a esta exigencia es construir el socialismo. Es la tarea de todos. Se trata de la utopía necesaria que tiene de inspirar las nuevas generaciones. El 19 de julio pasado estuve en Nicaragua para la celebración del aniversario de la Revolución Sandinista. Había más de 100 mil personas en la plaza. Hugo Chávez estaba presente y me dijo: “Mire esta plaza, que antes se llamaba plaza de la Revolución y ahora plaza de la Fe. De hecho es la misma cosa.” De verdad la contrarrevolución que precedió el nuevo poder sandinista, había cambiado el nombre, en el marco de una lucha semántica. Pero Chávez tenía razón, no que el contenido de los dos conceptos sea lo mismo, sino el enfoque. Una revolución que no construye las bases de la vida, incluida su ética, pierde su sentido. Una fe que no inspira el compromiso por la vida de la humanidad, cultiva la ilusión.
El tiempo de las incertidumbres no es el fin de las utopías; ni la muerte de la esperanza. Quiero afirmar como convicción, en tanto que sociólogo de la religión, pero también en tanto que creyente y comprometido con la Revolución."

François Houtart
La Habana, 30 de septiembre de 2008

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