lunes, 27 de octubre de 2008

MUY PELICULEROS

Descubrimiento este fin de semana de la Seminci de Valladolid. Un festival que varios de mis amigos conocían desde hacía años, nunca es tarde… (bueno, a veces sí). Una comida copiosa, una manzanilla que calme la digestión pesada. Una película, luego otra. Un paseo, unas cañas y tapeo. Dormir. Otra película. Volver a disfrutar de la comida… Y así podría haber pasado una semana entera, en concreto, los días que dura la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Pero había que volver a Madrid después de 24 horas en esta ciudad, que sirvieron para disfrutar de nuestras aficiones: ver películas y comer bien. Rodearse de lo cotidiano pero fuera del escenario habitual.
Ver todo el programa es imposible, además de lo difícil que te lo pone la organización del festival. Comentaban que habían externalizado algunos servicios a favor de la empresa Eulen. La venta de entradas fue un desastre, en algún caso se vendieron el doble de las entradas del aforo que permitía la sala, en muchos otros casos tenías que esperar a los cinco minutos antes del comienzo del pase para saber si podrías entrar o no al cine… En ese sentido, indignación de algunos usuarios del festival que ven cómo la organización empeora año tras año.
El programa, muy variado, con entradas más asequibles de lo habitual. Recuperaron para la muestra “Un novio para Yasmina” y “Las 13 rosas” (que ya no son rojas). Y dentro de la sección oficial, conseguimos ver “Retorno a Hansala”. La primera, entretenida y punto, con toques de humor, no podemos decir mucho más. Un largometraje hispano-marroquí, que narra los avatares de una chica de Marruecos, moderna, pero con una preocupación común denominador al resto de inmigrantes no comunitarios: conseguir los papeles. Se añade un contexto conocido, el trabajo de una asociación de inmigrantes, donde a veces podías vislumbrar muchos problemas familiares: la financiación, las trabas de la administración, el trato con las personas a las que te diriges, los inconvenientes del tipo de trabajo, la falta de tiempo, el segundo plano de la vida personal, etc…
“Las 13 rosas”, una pena. Una historia real, perteneciente a la Guerra Civil, que el director Emilio Martínez-Lázaro no aprovecha, es más, casi se la se carga. “El otro lado de la cama” fue su película de mayor éxito y aún no entiendo el por qué. Resulta vulgar, se queda en lo superficial, en las emociones facilonas, no profundiza en los personajes… Me resultó muy aburrida y recuerdo que la ví entera por decir “la he visto y me desagrada con conocimiento de causa”, porque es mala con ganas, a pesar de ser una de las más taquilleras del año en que se estrenó. “Las 13 rosas” no queda en mejor lugar. Para empezar, les cambia el nombre, las 13 rosas siempre serán rojas, le guste o no y eso que parece poco importante es básico para entender la historia. Por citar algunos de mis inconvenientes: la entrada en la cárcel de los personajes parece una fiesta más que eso, la pérdida de la libertad por un motivo tan injusto como son las ideas y su defensa; las torturas que representa no son ni la mitad de crueles de lo que realmente sucedió; la directora de la prisión, papel encarnado por Goya Toledo, que goza de la confianza plena del régimen, no se podría emocionar con la muerte ni las penalidades de las presas republicanas; y, el final, alargado mediante un cursilismo ñoño y no como el final de doce luchadoras junto a Blanca Brisac (siempre la separo porque ella era la única que no estaba metida en ninguna agrupación política, aún así, la asesinaron). Eran 13 rosas, doce de ellas rojas, la última, que sea ella la que elija su color.
De todas formas, no pude evitar mi enfado, cuando durante la promoción de esta película, las actrices reconocían que no sabían nada de esa historia hasta que el guión llegó a sus manos. ¡Hay que joderse con el nivel cultural de “nuestros artistas”! A mi parecer, sólo se salvan tres elementos de esta película: Pilar López de Ayala, que representa a Blanca Brisac; algunos de los planos del Madrid de la época; y que, al menos, algo sirve para fomentar el debate acerca de la recuperación de la memoria histórica. Si alguien sigue pensando en que las familias no merecen una reparación del daño, es que carecen de escrúpulos.
En caso de interés, mucho más recomendable el libro de Carlos Fonseca, “Trece rosas rojas” editado por Temas de Hoy.
“Retorno a Hansala” nos dejó revueltos. Una película (y utilizaré una de esas frases fetiche de los periodistas) sobre el drama de la inmigración, los ahogados que nunca alcanzaron las costas españolas, cuyos sueños se tragaron las olas. En este caso, Chus Gutiérrez cuenta la historia de la repatriación de uno de los muertos a su pueblo natal, Hansala. El descubrimiento de la película fue José Luis García Pérez, el actor que da vida a Martín, el dueño de la funeraria que devolverá el cadáver de Rachid a su aldea en compañía de Leila (Farah Hamed), la hermana del fallecido.
Si queréis leer las impresiones de la directora durante el rodaje en Hansala, visitad
http://puntodevistablogcima.blogspot.com/2007/05/viaje-hansala-por-chus-gutierrez.html
En general, me gustó, te consigue agitar, sin caer en sentimentalismos gratuitos, pero a veces, excesivamente lenta, instantes aburridos. Insisto, interesante, porque muestra un punto de vista diferente, costumbrista, sencillo.

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