
Bien, me decantaba por Obama (sin exaltación) y ha conseguido su objetivo, ganar las elecciones. Sin embargo, habrá que ver cómo afectará al resto del mundo su mandato. En principio, se intuye dialogante, abierto, preocupado por las desigualdades… ¿He dicho que me encanta que sea negro? Pues sí, una entrada a la historia de la comunidad afroamericana por la puerta grande, la presencia multirracial estadounidense en la Casa Blanca, ojalá que también la interculturalidad, pero eso ya es otro cantar.
Hay grandes expectativas hacia este hombre, que se ha convertido en símbolo del sueño americano, eso es lo que menos me gusta, ese concepto cultural americano que desarrollan los estadounidenses, de alcanzar espectaculares mejoras personales cuando tus condiciones de partida no son favorables. En el caso de Obama, una persona hecha a sí misma, perteneciente a una familia de clase trabajadora que llega a la élite política. Sin embargo, en nuestro pequeño mundo, eso no es lo más normal, probablemente sólo unos pocos consiguen hacer sus sueños realidad, con lo que la frustración, la ira y la resignación están al orden del día de la población obrera mundial prácticamente. No digo que no haya que tener cierta ambición y tener deseos, grandes deseos, pero los prefiero cuando son compartidos, colectivos y que afecten no sólo a una persona o familia, sino a un conjunto mucho más amplio. La satisfacción del logro entonces se multiplica.
El próximo presidente tiene grandes cosas que solventar, George Bush no le deja un buen legado, un país hecho trizas económicamente, una guerra inacabable que causa constantemente pérdidas de personas (de ambos bandos), y de dinero que es necesario en otras cuitas; además de la susceptibilidad y rechazo que provoca EEUU por la línea política de los últimos tiempos.
Obama no es Ralph Nader ni El Partido Verde de EEUU, ya, pero creo que es la más izquierdosa de las facciones demócratas, ahora sólo le queda demostrarlo. Un poco de paciencia y cautela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario