“21 Días: Entre cartones. 21 días dará a conocer, desde un primerísimo plano, el cruel mundo de la indigencia. Durante esas tres semanas completas, Samanta Villar convivirá en algunos de los rincones del núcleo urbano junto a los "sin hogar”.
De esta forma se anunciaba el programa de ¿investigación? “21 días: Entre cartones” donde una intrépida periodista se disfraza de “sin hogar” y pretendió sentir y vivir tal como ellos y ellas. Tampoco vamos a decir que no hay nada rescatable porque no sería cierto, hay cosas muy válidas, como por ejemplo, los relatos de las personas con las que la periodista se topa en la calle. Uno de ellos exponía claramente qué era lo peor de vivir a la intemperie, no era el frío, no era la soledad, no era el hambre: “Las miradas de la gente, te miran con asco”.
Aunque, por otra parte, la protagonista de todo este jardín fue, por desgracia, “la sin hogar falsa”, demasiados planos dedicados a ella y a sus sentimientos en cada escenario. Entiendo que, para cualquiera, sería una situación penosa si unos chicos sin escrúpulos, te dan una patada al cartón donde duermes en la Plaza Mayor, pero me sobraron ciertos minutos de victimismo y lagrimeo por parte de la susodicha.
Mucho más interesante cuando enfocaba la forma de vida de Manuel, que lleva en la calle catorce años, ¡cuántas cosas que contarnos tendría este hombre!; o cuando se presentó a Saib, que duerme en un coche de la Calle Monte Perdido en Vallecas. Tal vez una falta de respeto cuando “la sin hogar” impostora aprovecha que Saib se ha ido, de hecho la había dejado plantada (cosa que no me extraña), y a ella no se le ocurre otra cosa que ir a “su casa”, al coche donde duerme, para enfocar toda la basura que le rodea en el vehículo.
Otro punto a su favor: narró las mayores dificultades en la calle por ser mujer, no podía quedarse muchos días con ningún hombre “sin hogar” porque enseguida se daban malentendidos, que te consideraban parte de su propiedad y que se sentía más vulnerable por su condición femenina.
De todas maneras, a pesar de todo lo positivo que puede tener un programa como éste, hay algo que no acaba de ser lícito: la forma de venderlo al espectador, por eso mismo no acaban de ser serias las opiniones de periodista intrépida; que me parece injusto que quiera pasarse por una mujer que vive en la calle cuando realmente no lo es, simulando un documental social. Después de grabar su maravilloso trabajo, tiene una casa a la que volver, a la que probablemente haya ido más de una vez durante esos días, por eso es televisión, es ficción.
Me faltó aún mucha más crítica a las administraciones, al Ayuntamiento de Madrid en concreto, la ciudad por donde se movió la periodista. No me gustó la intención de vender victimismo en algunas ocasiones, mejor vende soluciones. Y la sensibilización social, puede llegar por sus propias bocas, por la voz de los protagonistas de la calle, si quieres poner la cámara y el micrófono a su servicio y no hacer espectáculo.
La siguiente entrega será buena, aún mejor. La muchacha se nos va 21 días a un centro de rehabilitación de anoréxicas y bulímicas, anuncia que dejará de comer. Sí, señora, ¡valiente! Ahora va a aparentar que tiene un transtorno grave de alimentación. Digo yo, ¿por qué no se irá durante 21 días a un campo de entrenamiento de terroristas suicidas? A ver si dura los 21 días...
En fin… querida periodista, entiéndeme, no es nada personal.
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