Journey ha organizado una exposición en El Retiro para sensibilizar sobre la problemática de la trata de mujeres con fines de explotación sexual, este fenómeno que no es nuevo pero parece que se ha puesto de moda y se habla con tanta frivolidad de esta cuestión, que ya todo parece de ciencia-ficción.
Introduciéndote por diversos contenedores colocados como si fueran vagones de tren (uno detrás de otro) vas pasando por diferentes fases. En una de ellas, se escucha la voz de la protagonista, a la que han llamado Elena y que cuenta en primera persona el infierno que vivió cuando fue captada por una red mafiosa, la engañaron y la obligaron a prostituirse. Este caso es un claro ejemplo de víctima de trata, donde hay captación con engaño y coacción a niveles extremos (amenazas de muerte, maltrato, agresiones, sin capacidad de decisión).
En otro vagón hay una exposición de fotografías de un hombre que visitó varios burdeles y los servicios de las prostitutas consistieron en hacerle fotografías al chico mientras él posaba siguiendo las indicaciones de las mujeres. La verdad que tenía su gracia. En los carteles explicativos que acompañaban a las fotos, nada podía saberse sobre si estas mujeres que hicieron de fotógrafas por un día eran realmente víctimas de trata o prostitutas que ejercían por voluntad propia, ya que las únicas características que pone de manifiesto es que eran mujeres inmigrantes de dispares procedencias y que no dominaban el inglés.
En otro de los vagones, te mostraban el tipo de cuchitril donde vivía Elena mediante una representación de la habitación desvencijada, con la ropa interior sucia tirada, condones usados por todas partes, una cama inmunda y un olor nauseabundo que conseguía marearte. Pues sí, efectivamente, era asqueroso, pero indeseable para cualquiera, vamos, que he visto cartones de los sinhogar más limpios que eso. Con esto no quiero desdramatizar la situación, pero con esa escenita, iban a las vísceras de los expectadores, es evidente que nadie podía sentirse a gusto en ese lugar, fueras puta, obrero o albañil. Y que efectivamente, daba asco, ¡cuidado! Lo visceral no es buen argumento para sensibilizar porque tiene doble filo.
La idea de la exposición es interesante, no cabe duda, y hay cosas muy pero que muy rescatables. Pero otras juegan con la confusión, no queda claro esa diferenciación entre una prostituta y una víctima de trata, y no se puede meter todo en el mismo saco ya que es contraproducente para todos y todas. No se puede afirmar que toda prostitución es trata ya que entonces sí que estás frivolizando sobre la situación real de las víctimas, de ahí la crítica al comienzo de este post, que al final el auténtico delito contra los derechos humanos queda velado ante ese tipo de posiciones en las que se habla de todas las prostituciones sin diferenciar las caracteristicas de cada una. No, las maneras de ejercer son distintas, prácticamente hay tantas como personas se dedican a ello. Por no nombrar que parece que la trata de mujeres con fines de explotación sexual es el único tipo de trata de personas. ¿Qué pasa con los esclavos en el sector textil? ¿Y en el campo? ¿Y las redes que captan,engañan y coaccionan con fines de mendicidad?
El repeto, la base del entendimiento. El delito, persecución con contundencia. Las víctimas, apoyo y protección.
[Mi reconocimiento a las mujeres de las que pude escuchar su experiencia de viva voz, que escaparon de la red delictiva que no les permitía decidir libremente pero después optaron por seguir ejerciendo la protitución, ser sus propias jefas y administrar su propio dinero.]
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