lunes, 31 de marzo de 2008

LA CREMA DE LECHUGA

No, no es una receta pero me temo que sí se convierte en un ingrediente indispensable.
Una noche del fin de semana, compartí una velada en casa de unas amigas. Un contexto muy hogareño, cómodo, de confianza, vamos, que estaba como en mi casa. Mientras nos entreteníamos en la cocina preparando un cus-cus, una de ellas comenzó a contar una anécdota culinaria con más trasfondo del que pude preveer en un primer instante. Hacía muchos años, la que hoy es su compañera, la había invitado a cenar en su casa con unos amigos. Cuando llegaron a la cita el día señalado, la anfitriona les informó del menú que iban a degustar donde destacaba una “suculenta” crema de lechuga. ¿¿¿Crema de lechuga??? Y comentaba el sábado: “Creo que en ese momento me enamoré de ella”.
Le ví el sentido a la frase, imposible resistirse a una persona tan original, con esas ideas tan creativas; no me parece fácil que a alguien se le ocurra invitar a unos colegas a una crema de lechuga…
Por lo que pudieron contarme, es algo indigesta pero exquisita. Como muchas cosas en la vida, que veces pueden pesar pero jamás te las hubieras perdido, situaciones difíciles de digerir, que pueden empachar o empalagar, pero si lo pones en una balanza te rindes ante las resistencias a descubrir islas desconocidas.
Siempre había oído la frase hecha de “añadir salsa” pero he cambiado de opinión, quiero crema de lechuga en mi vida.

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