Huí, es cierto.
Huir es un naufragio,
Huir es un naufragio,
un mar en el que buscas tu rostro, inútilmente,
hasta convertirte en náufrago de sal,
cristal en el que brilla la nostalgia.
Huir tiene el olor de la esperanza,
huele a cierto y a traición,
se siente vigilado, está perdido
y no hay ningún imán que guíe
su insensato paso migratorio.
Huir parece alimentarse de tiempo,
respira distancia y mira, desde muy lejos,
un horizonte de escombros.
Huir tiene frío y en la piel de su vientre
resuenan palabras graves valor asombro lluvia.
Huir quisiera ser un pez abisal que ha llegado a la superficie:
despues de tanto oscuro,
de tantos siglos anegado en la profundidad,
brillan las primeras gotas de luz
sobre su lomo albino de criatura castigada.
Pero huir es un naufragio
y tu rostro un puñado de sal
disuelto en el transcurso de las horas.
La huida. Guadalupe Grande

Por suerte, una tiene esas amigas que le hacen reirse de todo, hasta de lo más inquietante... Le contó a la tarde siguiente, como si estuviera confensando un gran secreto, su entrada "triunfal" al bar de la noche anterior. Esa amiga, veterana en tratarla, que siempre le decía ante una decepción sentimental que "hay más tíos que botellines". La amiga inseparable en los malos momentos, la que siempre tiene palabras de apoyo para ella, le dijo: "Lo bueno se sirve en botes pequeños. ¿No dicen que lo bueno si breve dos veces bueno?"
Consiguió que se rieran un buen rato de la situación acongojante para la protagonista ("avísame si lo vas a repetir, ¡que lo quiero ver! Pero no te acostumbres a hacerlo, ¡eh? Que pierde impacto") y lo absurdo de su huida, convirtiendo el momento en un chiste y su retirada a tiempo en toda una aventura.
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