martes, 4 de enero de 2011

Relato onírico

Es curioso. Hoy le recuerda. Sin nostalgia, sin hastío, sin nervio, sin culpa, sin enfados, sin desagravio. Sólo le recuerda.


Fue llamativo encontrarle de madrugada en su sueño. Regresaba a su casa, la de él, para devolverle las llaves. Una relación finalizada hacía meses, tal vez más de un año. Introdujo la llave en la cerradura para entrar, sin permiso, como si aún ese gesto fuera el habitual, sabiendo que él no estaría. Le esperó mientras recogía las pocas cosas que podían quedar de ella en aquel espacio, ya extraño, cambiado. Cuando él llegó a su piso, lo hacía rodeado de amigos. Le esperaba una mudanza por hacer, rápida, sin tiempos muertos. Se iba a no sé qué país europeo, una larga temporada. A trabajar. Lo decía con un gesto melancólico, propio de él, pero sin más, sin lágrimas, sin pena. No se enfadó por encontrarla en su casa sin aviso previo, como si ya lo hubiera sabido, que la encontraría allí, como si tal cosa. Simplemente le dijo “avísame la próxima vez si tienes pensado pasarte a tomar un café”. La próxima vez lo haré, sí. Ella tomó sus cosas y se dispuso a salir. En paz. Antes de cruzar el umbral de la puerta se acercó a darle un beso en la mejilla y, raudo, él hizo un exacto giro de cabeza para depositar atropelladamente un beso en sus labios, símbolo del sentimiento que les había unido y del que ya sólo quedaban migajas de ternura.

4 comentarios:

Antonio dijo...

Ambigua despedida, beso en la mejilla, beso en los labios... tomar un cafe, tienes la llave, avisa cuando vengas...
¿Signo de madurez, o ira contenida?

Saludos y feliz año

Silencio dijo...

De madurez no sé... pero los enfados y la ira parecían desaparecer a medida que avanzaba el sueño, sin más.
He intentado describir la situación, la verdad que desconozco el significado. Una cosa es segura, me hace sentirme mejor conmigo.

¡Saludos Antonio!

María dijo...

escribes lindo :)

Silencio dijo...

Mil gracias, María, me anima.